RESEÑA
Arthur Fleck es un hombre dañado. Su vida es una cuesta abajo sin freno. Tiene enfermedades mentales que lo marginan de la sociedad, incluida una risa histérica que repugna a los demás. Vive en la pobreza, en un ambiente enfermizo, con una madre perdida en su mundo. Quiere ser un cómico, pero su propia condición se lo impide. Su soledad es espantosa, se siente abandonado por todos, incluso por el sistema médico que tanto necesita. La vida lo golpea una y otra vez hasta llegar al punto de quiebre, donde su mente rota por fin se desmorona y deje salir a ese otro, que tanto intentaba contener: Ha nacido el Joker y el mundo debe pagar.
CRITICA
No soy un crítico profesional, no soy un gran conocedor del séptimo arte; solamente me gusta y amo el cine y de vez en cuando quiero compartir mis impresiones sin ganar nada. Pero esta vez me cuesta trabajo hacer critica a “Joker”, pues esta película no está para hacer un simple artículo, si no para redactar toda una tesis.
“Joker” es una cinta con demasiadas capas, demasiadas lecturas, que brillan en una aparente sencillez. Arthur Fleck, en dantesco periplo a las honduras de la locura es simple, casi lineal, pero cuyas aristas rasgan tan profundo la mente del lector, que lo mismo puede sentir conmiseración para este hombre enfangado por la suciedad del mundo como horrorizarse ante el monstruo en que emerge de esa misma inmundicia. Joaquín Phoenix da cátedra como se debe construir e interpretar un personaje. Su entrega a nivel físico e histriónico es absoluta. Se necesita rayar la genialidad para con un simple gesto o una mirada expresar tanto o más que con un extenso diálogo. Este hombre tiene magia, juega con nosotros, nos lleva por donde quiere y se lo agradecemos.
Arthur Fleck es un producto de muchos de los males que siempre han aquejado el mundo. En resumen: Es un demente. Es una persona que necesita ayuda desesperadamente o mínimo, ser contenido. ¿Qué se puede pensar de alguien que necesita siete diferentes medicamentos para sentirse relativamente estable? Pero el gobierno dice que el apoyo a enfermos mentales no es importante. Han arrojado a una bomba de tiempo con el contador marchando a las calles. Arthur quiere ser normal, quiere ser aceptado, recibir un poco de afecto. Pero, como todos sabemos, la gente prefiere aplastar a un extraño antes de tenderle la mano. Pero Arthur es uno de tantos. Gotham está al borde del colapso social. Los pobres son cada vez más pobres y los ricos cada vez más ricos. La huelga de servicios sanitarios llena de basura y ratas las calles, cosa que no le importa a los de la elite, felices y cómodos en sus palacios. Llega un hombre como Thomas Wayne con promesas mesiánicas mientras califica a los pobres como “payasos” y todos lo odian. Nadie cree en nadie, pero todos se unen en una rabia común. Arthur esta ajena a ella, es un ser apolítico, pero algunos sucesos le dejan en claro que tan despreciables son los privilegiados y un terrible suceso lo convierte, con su imagen de payaso, en un símbolo de rebelión. “Mata a los ricos” es el lema que se grita en las calles.
Arthur se mueve en un ambiente sórdido, deprimente, oscuro, asfixiante, opresivo, teñido de una amarga desesperación, gracias a la maravillosa fotografía, pletórica en claroscuros y tonos apagados, que hacen de cada toma un cuadro de la escuela de Rembrant o Nicolas Mae. La imagen es sumamente expresiva, envolvente. El mundo que fragua al Joker luce decrépitamente hermosa y contrasta con el brillo y la asepsia del ambiente en que se regodea la clase alta. Igualmente, la música acompaña tan bien cada escena que logra una catarsis sonora-visual apabullante.
Pero esta película es de Arthur, obviamente y su metamorfosis nos arrastra a su infierno personal. Desde al principio se nos deja claro que esta demente, que es una persona cuya insania lo relega de la convivencia sana con sus semejantes –ya de por si fríos y agresivos- pero que quiere integrarse a la vida en común. Pero no puede. Se sabe que tiene cierto talento cómico, pero su risa espasmódica le arruina el momento. Esta risa de hiena, demencial, irritantes, lo desespera, incluso se nota que es dolorosa. Phoenix logra con estas chirriantes carcajadas incomodar al público, pues deja claro que, en cada ataque, un pedazo de cordura lo va abandonando.
Como ya dije, la interpretación de Joaquín Phoenix es soberbia, de lo mejor que se ha visto últimamente. Su interpretación de un loco sociópata, que inicia con una personalidad tímida, algo infantil a un peligroso asesino es de escalofrió. De tener una mirada y gestos que mostraba desesperación, tristeza, contención; pasa a unos ojos de hierven en odio, maldad y ansias de sangre. El lenguaje físico que despliega es sumamente expresivo, dejando claro que él vive en un plano mental diferente al nuestro, en donde el mundo es un teatro, todos somos marionetas; pero Arthur es el único que puede ver los hilos. La escena en donde baja bailando de las escaleras, de las cuales siempre subía cansado y abatido, pero que ahora baja de forma gloriosa, es muestra de cómo sea liberado de toda atadura moral, abrazando de forma absoluta y gozosa la más absoluta locura, la cual lo corona con la más liberadora anarquía. El actor se da un baño de rosas con esta gloriosa y difícil de superar interpretación. Se puede notar en el cierto aire a Charles Chaplin (ídolo del Joker de los comics) tanto en su donaire como en sus grandes zapatos y desgarbado caminar. Este Joker tiene un aire vintage, de cine clásico, que también tiene la cinta. Joker es una figura tragicómica, víctima y victimario al tiempo, un loco que mientras más se hunde en la locura, mas lucido y sensato relumbra dentro de la vorágine oscura que lo rodea.
El director Todd Phillips nos entrega un trabajo sobresaliente, inesperadamente bueno, rayando en una redondez de arrebato. Hay mucha influencia del cine de Scorsese, como Taxi Driver y King of Comedy (Robert de Niro hace una especie de continuación de esta última cinta) pero también me recuerda a una película que rente en VHS hace muchos años “God's Lonely Man” del director Frank von Zerneck Jr. en 1996, la cual recomiendo ampliamente. Aunque no la he visto, al parecer el personaje principal tiene mucho de “You Were Never Really Here” cinta anterior de Phoenix.
Hablando de actuaciones, todos los involucrados dieron lo mejor de sí, seguramente, gracias al director. Aunque sus papeles fueran cortos, sus diálogos y maneras son muy buenas, sumergiéndonos más en la decadente historia y envolviéndonos en su lóbrego ambiente.
Empero, debemos entender que no estamos viendo una película de comics. Podría basarse y contar la historia de uno de los mejores-peores villanos del séptimo arte, esta cinta juega en una liga aparte, pudiéndose tomar como un “elseworld”, una historia alterna. No hay artificios, no hay poderes ni trucos extraordinarios. Es el retrato íntimo de un enfermo mental y su más franca decadencia. No es alguien a admirar. La empatía que puede despertar en nosotros contrasta con la brutalidad que despliega después de su aceptación como loco. Es la odisea de alguien que necesitaba desesperadamente ayuda y que, al no conseguirla, explaya su furia y odio en otras personas. No hay glamour en él, no hay brillo ni poses. Es demencia en toda su gloria.
Podría seguir escribiendo más sobre esta obra, pero sé que las lecturas tan largas no agradan del todo al ser una crítica cinéfila. Terminare este declarando que ha eleva a un listón muy alto los estándares para una cinta basada en algún personaje de dos dimensiones. Esta película rebosa talento, dedicación, entrega en cada cuadro. Hay amor al oficio un mimo al trabajo realizado. Un ejemplo de como el cine no solo es una maquina fría y colorida de hacer dinero. Esta película nos recuerda que el cine es y debe ser, ante todo: Arte.