jueves, 26 de septiembre de 2019

RAMBO: LAST BLOOD

RAMBO: LAST BLOOD 


 RESEÑA 

El veterano John Rambo ha logrado apaciguar al demonio de la guerra que rebulle bajo su piel. Durante diez años, después de su última aventura, se ha dedicado a administrar el rancho de sus ancestros en algún rincón de Arizona. También ha encontrado comodidad hogareña al proteger a una anciana y a su nieta, a la cual la ve como una hija propia. Pero puedes tratar huir de la guerra, pero está siempre estará dentro de ti. La mente de Rambo aún no cierra cicatrices y su paranoia lo obliga a acumular armas y a manufacturar un laberintico bunker. 


 
Todo iba bastante bien hasta que a la adolescente Gabrielle se le mete la muy mala idea de buscar a su padre, que vive en algún agujero de una ciudad fronteriza de México; una de las peores zonas en que cualquiera puede llegar a parar. Obviamente una hermosa jovencita es un manjar demasiado apetecible y pronto desaparece.



John tiene que ir al lugar a buscar respuestas, solo para encontrarse con la violencia, brutalidad, salvajismo y maldad del crimen organizado, que reina imperturbable sobre el país. El antiguo guerrero puede estar viejo y herido, pero aún no está acabado y a falta de la energía de antaño, podrá de su lado la experiencia para hacer lo que nadie más se atreve.






CRITICA

Una cinta de acción, violencia y venganza, como las de antaño, con ese tufo a lado B y ochentero que tanto gusta a Stallone y que tanto nos gusta a sus fanáticos. Esta película ha sido apalizada por la “critica profesional” acusándola de valores que no se deben buscar en un producto asi: ¿Un guion fino y elaborado, diálogos filosóficos, actuaciones magistrales, corrección política? ¿En una película de Rambo? ¡Debes estar ebrio o ser muy estúpido! Last Blood nos da lo que queremos: Una historia sencilla, casi una excusa para que nuestro héroe se sacuda la polilla y vaya a romperles el culo a los malvados. Así de sencillo, pero no simple. 


La película –por más que, de forma muy sospechosa, los críticos han pretendido destruirla- es efectiva. Tal vez su primera parte sea lenta, pero es algo natural, pues es básico mostrar la cotidianeidad e Rambo, su estilo de vida, su relación con los demás, el amor que siente por su nueva familia. También para dejar claro que su mente no está bien y eso es fácil de adivinar por la cantidad de medicamentos que se ve obligado a ingerir. Él quiere paz, quiere dejar atrás su pasado, sus manos manchadas con cientos de muertes. Quiere vivir y morir en la tierra que lo vio nacer. Pero la violencia lo persigue y la desgracia lo golpea de la forma más cruel posible. Como dice Superman: “Vivimos en un mundo que no deja ser bueno a un hombre”.


Rambo ha pasado por varios escenarios. De un bosque gélido a la asfixia de la selva; del ardor del desierto a una nueva jungla. Ahora se mueve en un ambiente de colores secos, polvoriento, desértico también. Hay un tono western y road movie. Pasa al dantesco inframundo que es la zona fronteriza de México, un lugar que los propios mexicanos evitamos a toda costa. Aquí la realidad nacional es retratada con todas sus sombras. Calles sucias, enfangadas, pletórica de viciosos armados y putas. Casas y edificios decadentes, deprimentes, con una oscuridad que puede ocultar cualquier cosa. También se muestra de forma cruda, realista y sin tapujos la bestialidad de los narcos que gobiernan el país, en donde la policía es cómplice y sirviente. Los villanos a algunos les parecen caricaturizados –según he leído- pero si eres de México sabes que así es como se comportan los verdaderos mafiosos: tipos infames, sin alma ni conciencia, que se regodean en causar dolor, llenos de los peores vicios y que ven a los seres humanos como mercancía. También son vulgares, estrambóticos, de mal gusto y ridículos. Nacos, como se dice en estos lares.




El infierno en que viven las niñas atrapadas en la trata de blancas no es una fantasía –por más que espante a los anglosajones- y este se muestra de forma devastadora. Es una realidad que se viven en todo el país y que, como deja claro la cinta, es imposible de combatir. ¿A quién pides ayuda, si el gobierno es participe y fomenta este tipo de crimen? El ciudadano está solo, apenas contentándose con sobrevivir.



Empero, John no está solo. De forma fortuita, es ayudado por una periodista independiente, cuya hermana fue víctima de esos salvajes. Ella se encuentra atada de manos. Tiene datos, nombre, pruebas, pero sacarlas a la luz significa la muerte. Rambo se apoya en una mujer, como ya ha ocurrido en cintas anteriores, la cuales se sirven para encontrar las fuerzas necesarias para terminar su misión.

La última parte de la cinta es un derroche de violencia y sangre. Rambo sabe que no puede enfrentar solo a un ejército. Antes siempre lucho en terreno del enemigo, pero ahora el traer al adversario a sus términos. Su rancho será el último campo de batalla, un escenario apocalíptico de pólvora, polvo y viseras. Antes John, como todo soldado, mataba por necesitas, cuando debía hacerlo; ahora mata con sadismo, con placer. Quiere venganza y “nadie, ni Dios, podrá detenerlo” y después de ver las atrocidades de estos narcos, da una sensación cosquilleante ver como el veterano los hace pedazos.



Técnicamente la fotografía es correcta, sucia a propósito, pletórico de claroscuros. La música es evocadora a la saga clásica y muy puntal. Los escenarios son correctos y las actuaciones son solventes, aunque sin sobresalir. Stallone a sus 72 años luce duro e imponente y más macho que cualquier de nosotros. Pues esta película es de machos para machos, así de simple. 

No es un producto para todos. Esta dirigido a fans del personaje, que conoces su trayectoria, mentalidad y motivaciones. No es políticamente correcto, es violenta, es pesada; no es para blandos que creen que los villanos de Marvel son temibles. Aquí hay maldad verdadera, real, que se viven el día a día.

Para los seguidores de este tipo de cintas, es muy recomendable y el cierre de una saga que se antoja crepuscular y evocadora.